White (1959)
describe el tratamiento satisfactorio de una niña de cinco años que sufría
anorexia. Las dificultades en la alimentación de la niña empezaron a la edad de
tres años y empeoraron después de la muerte de su padre cuando tenía cinco
años. La niña había estado profundamente ligada a su padre y la perturbó
extraordinariamente la enfermedad y la muerte de su progenitor. Éste la había
alimentado desde una temprana edad. Los intentos de alimentarla hechos por su
madre, parientes, médicos y enfermeras fueron infructuosos. «El problema
inmediato», escribe White, «fue formulado en términos de simple
condicionamiento, con el padre como estímulo condicionado del que la respuesta
condicionada de comer había llegado a depender».
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El reforzamiento era
«proporcionado por la satisfacción del hambre, al mismo tiempo que la reducción
de la ansiedad al estar sentada en las rodillas de su padre y al ser alimentada
por él».
El método
del tratamiento estaba basado en este análisis y tiene una gran semejanza con
el tratamiento de Peter llevado a cabo por M. C. Jones (1924). «El primer
paso», dice White, «fue conseguir un sustituto del padre y establecer una serie
de experiencias que pudieran aproximarse gradualmente a las obtenidas antes de
la muerte de su padre». Inicialmente el psicólogo intentó reemplazar el
estímulo condicionado proporcionado por el padre. Cuando esto se consiguió se
emprendió la generalización a parientes seleccionados (tías, tíos y la madre).
Este plan general de tratamiento (con algunas adiciones durante el curso de la
terapia) fue seguido durante siete meses. A las tres o cuatro semanas se hizo
evidente una marcada mejoría, y cuando el tratamiento concluyó al término de
siete meses, la niña estaba muy mejorada. Esta mejoría ha sido mantenida
durante un período de tres años de seguimiento. La formulación de White del
problema en «términos de simple condicionamiento» no es completamente satisfactoria.
Su descripción de la alimentación de la niña como una respuesta condicionada es
discutible, y el análisis no consigue in-formarnos del comienzo de las
dificultades alimenticias anteriores a la muerte del padre. Puede ser más útil
replantear el plan de tratamiento en términos de un proceso operante de
condicionamiento en el que el psicólogo «delimitará» y ampliará la gama del
comportamiento alimenticio de la niña. Al tiempo que una clara explicación
teórica sería muy valiosa, el resultado satisfactorio de este difícil caso es
alentador.
J. Child Psychol. Psychiat. (1962). 3. 149-163
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