Williams
(1959) trató de rabietas a una niña de 31 meses de edad mediante un proceso de
extinción experimental. La niña desplegaba un comportamiento de rabieta siempre
que se la llevaba a la cama por la noche. Williams afirmaba que este
comportamiento inadaptado estaba siendo reforzado por la atención de los padres
que producía. Fueron instruidos los padres para que se contuvieran de entrar en
el dormitorio después de que la niña había sido llevada a la cama y para que
registraran la duración de cada rabieta. La duración de las rabietas disminuyó
gradualmente, y en menos de dos semanas habían cesado casi por completo. Se
observó una recuperación de la estructura de rabieta después de que una noche
la abuela materna entró en el dormitorio antes de que la niña hubiera dejado de
llorar. El comportamiento de rabieta se restableció durante unos pocos días,
pero el no reforzamiento persistente terminó con la perturbación a los nueve
días. Un seguimiento de dos años de este caso no reveló posteriores
dificultades de comportamiento.
J. Child Psychol. Psychiat.
(1962). 3. 149-163
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