El objetivo fundamental de toda intervención en retraso en
el desarrollo es incrementar la adaptación social del sujeto consiguiendo que
su repertorio conductual se asemeje al de las personas que lo rodean.
Cuando la intervención se realiza en sujetos con niveles de
retraso de moderados a profundos, la existencia de conductas disruptivas hace
más difícil la consecución de este objetivo. Las conductas problema o
disruptivas son todas aquellas que no resultan socialmente adaptativas, ya que
impiden la integración del sujeto en su contexto y la adquisición de
repertorios que puedan ser reforzados.
Dentro de estas conductas, las más complicadas de controlar
y eliminar son las conductas autoestimuladas o estereotipadas y las autolesivas.
Ambas son muy resistentes al tratamiento, cuyos resultados son difíciles de
generalizar y mantener.
Las conductas autoestimuladas
son aquellas que tienen una ejecución repetida y estereotipada y que no
producen ningún daño físico o consecuencias ambientales positivas aparentes.
Por otro lado, las conductas auto destructivas o autolesivas,
son aquellas cuyas consecuencias generan un daño físico en el propio sujeto
que las emite, no produciendo necesariamente daño a otros sujetos.
En ambos casos, su adquisición y mantenimiento se puede
establecer a través de: reforzamiento positivo, reforzamiento negativo y /o
reforzamiento automático.
García, R. F., Montero, M. D. C. V., & Requena, M. P. B. (1997). Análisis funcional y covariación de respuesta en el tratamiento de múltiples conductas disruptivas. Análisis y modificación de Conducta, 23(87), 109-131.
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